Iba a escribir algo, que describía mi sentimiento casi a la perfección. Me conecto, hablo con una persona para hacerle un anuncio, pero la cosa fue al revés... El anuncio que me dejó helada vino de otra parte. Ahora a lo que iba.
Odio cruzar las calles, cualquiera. Sean las de un pueblo vacío, las de un barrio, las de
Miren la foto... cuando la vi, me recordó a una de esas películas donde muestran dos ejércitos a punto de cruzarse, cada uno defendiendo lo suyo, cada soldado defendiendo su propia vida. ¿Ven porque me da un especial miedo cruzar las anchas avenidas de
En la vida interior, también tenemos calles que cruzar, angostas, despobladas, anchas, repletas de gente. Cada calle es un problema por superar. Cada persona, auto, pozo, motocicleta que cruzamos en ella es un obstáculo el cual debemos esquivar. Hace un tiempo que estoy cruzando una muy grande, pero se me siguen cruzando autos que doblan en contramano, peatones que aparecen por cualquiera lado, tengo que retroceder para ir a buscar y ayudar a las ancianas y ciegos cruzar. Se me está haciendo IMPOSIBLE la tarea. Pero una vez que vea que esté sola, dispuesta a correr hacia el otro lado, lo voy a hacer sin pensar. ¿Quién sabe? capas me tope con muchas personas importantes, que hasta quizá me acompañen a cruzarla.
Ahora... ¿Cómo relaciono el primer párrafo? La noticia venia en un Scania con dos acoplados con 15 toneladas de acero cada uno. Yo cruzaba, pensando que ésta calle si estaba vacía, pero no fue así, el camión me embistió, y me quedé acostada en la calle, esperando a que alguien me diga de donde vino o que simplemente me ayudara a levantarme, una mano amiga extendida.
Crucen siempre, no duden. No importa lo que venga, siempre tendrá que ser recibido. No importa si es un ciclista bondadoso que se ofrece a llevarnos al otro lado, o si es un torpe motoquero que sin que queramos nos hace cruzar, pero del golpe que nos dio. Siempre es bueno llegar al otro lado... no importa cuán destrodamos estemos... ciudad. Cruzarlas es todo un desafío, sea cual sea. No importa si miramos para ambos lados, arriba y abajo, si esperamos a que el semáforo para peatones (si lo hay) esté en verde, si tenemos las mil y una precauciones, siempre puede haber algo que nos sorprenda, que nos destruya.
